El avance de los productos sintéticos ha permitido la generalización del uso de la cosmética. Ahora simplemente toca el siguiente paso: nuestro conocimiento acumulado ha cambiado nuestros conceptos de lo que es saludable para tratar nuestros cuerpos con cuidado y respeto, lo que está cambiando la tendencia y aumentando el interés por los ingredientes naturales.
Pero ¿podemos confiar en lo comercial?
Hoy en día existe un buen número de personas interesadas en conocer e intercambiar buenas ideas y sugerencias sobre lo que es natural y lo que no lo es, y muchas de esas ideas se intercambian con las empresas que venden esos productos –sobre todo cosmética natural–, y casi siempre son relativas a las características específicas y únicas de cada producto.
Nos queda la duda, siempre, de si esa información está creada con la intención de estimular el aumento de la facturación, los beneficios y la cuota de mercado de cada empresa, pero eso no debería ser un obstáculo que detenga el avance de la conciencia de lo natural.
Somos cada uno de nosotros –usuarios y clientes– quienes marcamos el ritmo del proceso de creación del conocimiento sobre lo natural y su utilización, porque el aprendizaje de la naturaleza de cada producto y de su aplicación permanece resguardada de los intereses comerciales.
En otras palabras, lo que aprendemos es nuestro. No es de ninguna empresa. Por tanto, lo aplicamos en cada caso y lo acumulamos como experiencia de uso y aplicación.
Y aunque el “mercado de lo natural» todavía es relativamente pequeño, está en alza, lo que hace importante la coordinación entre nuestro conocimiento y el aprendizaje que podemos obtener de las empresas sobre un producto.
Aprender y avanzar es una buena razón para estar motivados por lograr una exitosa relación de confianza entre las empresas que venden productos naturales y quienes nos interesa comprarlos.